Actividades con cachorros en la ciudad

El cachorro, a partir de los tres meses y si ya ha acabado su programa de vacunación, debería tener la posibilidad de oler e investigar cada metro cuadrado de los alrededores de nuestra casa. No tendríamos que imponer ninguna prisa, dejándole detenerse el tiempo necesario en cada hoja, olor a pis, farola, rueda de coche o puerta de garaje que se abre o se cierra delante de él. El no se detiene porque sea terco o cabezota o porque intente dominarnos, sino porque necesita examinar y asimilar todas esas cosas que descubre. Todo es nuevo para él y todo debe ser procesado por su joven cerebro, así que debemos comprender que tanto los tiempos de observación como los de procesamiento y de parada son necesarios. Más aún, si está cansado y el paseo supera los diez minutos. Aprendamos a pararnos siempre que el cachorro se pare. Usemos también alguna palabra junto con un premio para desviar la atención del cachorro en caso de que haya cosas que prefiramos que evite, pero usemos esa palabra con MUCHA moderación.
*La palabra “toma” funciona muy bien porque casi todo el mundo la usa para darle algo agradable y el cachorro la aprende enseguida. Si la vamos a usar le tendremos que dar un premio como le hemos anunciado, ¡no le engañemos!

Además del paseo, propongo una serie de actividades para la ciudad, adecuadas a la edad del perro y sencillas de realizar. Como veremos, no hace falta vivir en el campo ni planear actividades complicadas para encontrar cosas estimulantes que pueden agradar y beneficiar a nuestro cachorro.

Las actividades que propongo se pueden enlazar unas con otras (pasear-observar-pasear o texturas-buscar premios-pasear) pero el tiempo total de las actividades no debería ser superior a los 20 minutos. En ninguna de estas actividades hay que guiar al cachorro ni darle indicaciones mediante señuelos: nuestro objetivo es que el cachorro descubra cosas interesantes para él, pero es importante que lo haga por sí mismo y a su propio ritmo.

Material que necesitaremos sea cual sea la actividad que elijamos hacer con un cachorro (incluido el paseo):

    • un arnés cómodo
    • una correa de al menos 2 metros (si son 3 metros mejor)
    • una mantita
    • un cuenco de agua
    • una botella de agua
    • algún juguete que se pueda morder
    • unos premios (en trocitos del tamaño de un guisante)
  • Pasear a su ritmo. Cuando el cachorro alcanza una edad de entre 3 y 5 meses, podemos hacer algún paseo por nuestro barrio algo más largo que dar la vuelta a la manzana. Se pueden hacer alrededor de tres o cuatro paseos al día y cada paseo puede durar unos 15 minutos. Según el cachorro va creciendo, va encontrando cosas ya conocidas y procesadas con anterioridad, con lo que sus paradas serán menos numerosas y más cortas. Sin embargo durante muchas semanas (¡y meses y años!) aún seguirá teniendo experiencias nuevas cada día y las paradas seguirán siendo necesarias, así que debemos seguir deteniéndonos cada vez que él lo haga.
  • Observar el barrio desde un banco. Podemos elegir un banco de nuestro barrio que esté en un lugar tranquilo pero desde donde se puedan escuchar ruidos de tráfico, de gente, o donde lleguen olores interesantes (restaurante, pastelería, carnicería…). Seguramente también habrá cosas que llamen la atención del cachorro, como niños o gente paseando con bolsas. La distancia ideal será aquella que no provoque que el cachorro se asuste o que pueda molestar a algún viandante. Le podemos dejar la manta, el juguete de morder y el recipiente con agua.
  • Dar un paseo con otros perros y personas “educados”. Nuestro cachorro aprenderá mucho de otros perros adultos, en especial a saludar de forma adecuada. Es muy importante que sus primeros encuentros sean agradables y por eso es muy necesario conocer perros “educados” (los perros “educados” en el sentido canino son aquellos que en los encuentros con otros perros se giran, se aproximan haciendo una curva, se cambian de lado si es necesario, etc.). Podemos quedar con perros adultos educados conocidos o en su defecto con perros que lleven arneses y correas largas. No es que esos perros sean mejores ni peores que los demás, pero su equipamiento no les provoca dolor y les da mayor libertad de movimientos para realizar su repertorio de saludo, por lo que ellos suelen tener muchos menos problemas cuando saludan a otros perros y nuestro cachorro podrá aprender de unos buenos modelos. En cuanto a las personas, elijamos a aquellas que son “educadas” en sentido canino, es decir, aquellas que tratan respetuosamente a los perros.
  • Buscar premios. Buscamos una zona tranquila y limpia (cerca de las iglesias siempre suele haber algún sitio así), luego ponemos un nombre a este juego y se lo decimos al cachorro antes de comenzar, por ejemplo: “¿quieres buscar premios?”. En ese momento le enseñamos dos trocitos de comida y los dejamos caer al suelo justo debajo de su nariz, el cachorrito los conseguirá fácilmente y nos volverá a mirar. Cogemos entonces cinco trocitos, se los enseñamos y volvemos a dejarlos caer. Esta vez es posible que el cachorro tarde un poco más en encontrarlos y puede que se canse (¡ellos tienen tiempos de concentración muy cortos!), así que después de esta segunda vez le ofrecemos otro premio para detener la actividad y nos vamos. En días sucesivos podemos repetir este juego incluyendo poco a poco más premios y dejándolos caer en zonas más amplias. Con el tiempo, esta actividad se puede convertir en una de las favoritas de los perros: les ayuda a concentrarse y a relajarse a la vez. Es importante no darles indicaciones sobre donde están los premios: el juego es para ellos y no se trata de ninguna competición sino de estar un rato relajado oliendo, buscando y comiendo lo que encuentran. Es conveniente limitar el tiempo de la actividad para evitar que el cachorro se canse.
  • Probar nuevas texturas. Pasar de la carretera a la acera, acercarse a una rejilla que esté en el suelo, caminar sobre felpudos, alfombras o superficies rugosas, pisar un suelo de madera, la hierba o la arena del parque… en la ciudad podemos encontrar texturas de suelo distintas que el cachorro aprenderá a reconocer. Es mejor evitar los suelos lisos de los centros o galerías comerciales ya que los cachorros pueden resbalarse y hacerse daño. Podemos combinar la actividad de sentarnos en un banco del parque y la de probar nuevas texturas ofreciendo una caja de cartón o una toalla vieja al cachorro y dejando que experimente a su gusto.
  • Conocer elementos arquitectónicos. Subir y bajar una rampa, dar la vuelta a una fuente que salpica, pasar por un puente, subir o bajar algunas escaleras bajas… todas estas experiencias pueden resultar muy novedosas pero tenemos que recordar que no debemos forzar nada, ni guiar con señuelos ni premiar por hacerlo. Simplemente nos acercamos a la rampa, la fuente o la escalera y vemos qué sucede mientras seguimos caminando atentos al perro: si el cachorro parece asustarse lo dejamos para otra ocasión; si supera los obstáculos seguimos caminando como si tal cosa y sin darle la menor importancia.

Es muy importante que recordemos que, a esa edad:

  • No debemos dejarle suelto en la ciudad: siempre debe ir con un arnés confortable y una correa larga.
  • No debemos forzarle a correr o saltar ya que su cuerpo aún no está preparado y se podría hacer daño.
  • No debemos excitarle con pelotas, ni le llevaremos a sitios con mucho movimiento (niños corriendo, ciclistas, patinadores, etc.) ya que no conseguirá concentrarse en las cosas que merece la pena experimentar.
  • No debemos llevarle a sitios donde haya perros muy alterados, por ejemplo zonas de parques donde los dueños lanzan palos o pelotas a los perros. Las pelotas y los palos pueden ser fuente de conflicto y los perros estarán probablemente demasiado excitados, con lo que no serán un buen modelo para el cachorro.
  • Hagamos todos los descansos que él necesite, dejémosle la manta, el agua y algún juguete de morder para que se relaje mejor en ese tiempo. Y al llegar a casa dejémosle descansar también.

La forma en que los perros entienden el mundo que les rodea no es la misma que la nuestra. Las actividades que he propuesto permitirán que el cachorro use sus sentidos para asimilar a su ritmo y a su manera las cosas nuevas que descubra (objetos, personas, perros, etc.). Aprenderá a relacionarse correctamente y adquirirá mayor seguridad en sí mismo. Ayudémosle dándole oportunidades para que lo pueda conseguir a su ritmo, de forma natural, agradable y sin presiones.

Para leer más:

  • Libro: Genetics and the Social Behavior of the Dog – The classic study (en inglés) Autores: John Paul Scott y John L. Fuller Editorial: The University of Chicago Press Este libro, escrito hace 47 años, supuso el primer macro estudio sobre genética y comportamiento caninos recogiendo los trabajos de investigación llevados a cabo durante unos 20 años. Sentó muchas de las bases del mundo del perro de las siguientes décadas.

Por Cristina Muro 

Noviembre 2011